
Atrapar una sombra, escuchar la luz
Lara Castro Lema
Un caminar de mujer y de hormiga, un relámpago, un cielo estrellado en la tapa de un objetivo, noche de píxeles, ... [ × ]
TEXTO CURATORIAL
×Atrapar una sombra, escuchar la luz
Lara Castro Lema
Un caminar de mujer y de hormiga, un relámpago, un cielo estrellado en la tapa de un objetivo, noche de píxeles, sonido codificado en colores, luz musical… El cine es una mirada trascendida: mirada, forma, pensamiento, apariencia, aparición, deseo, relato. El ojo encuentra siempre algo. Desnudo, no puede esconderse de la luz y de la sombra, pero si de lo reconocible. El ojo puede perderse en apariciones inexplicables, en el placer de un parpadeo, en la ilusión de un volumen. El oído, por su parte, escucha lo que el ojo no ve o, en ocasiones, lo que el ojo ve de otra forma. Ante la misma cosa, la experiencia se bifurca. Los sentidos, extranjeros entre sí, traducen en sus lenguas los encontronazos cotidianos. Así, se construyen ficciones sin querer, ficciones inevitables. La obra de Blanca Rego se presenta en su sencillez como una ficción inevitable, natural. Desgrana las apariencias, las refracta en una frase corta, concisa, llena de encanto y sugerencias. Las piezas de este foco, desde Wohlgemeynte a Psycho 60/98, son resultado y testimonio de un profundo afecto y fascinación por el medio cinematográfico como herramienta plástica, catalizadora de subjetividades, de apariencias fragmentarias, y pone de manifiesto la riqueza material del cine digital.
Las imágenes de Blanca Rego, como en un teatro de sombras, nos transportan a una escena inasible, la de la luz y el color, la del sonido, que se entremezclan, cambian posiciones, se sustituyen mutuamente en un intercambio sinestésico, jugando en el metalenguaje, pero también en un plano emocional y poético.
El foco a la obra de Blanca Rego conduce al espectador a través primero de formas desconocidas de lo conocido, traducciones sorprendentes a lenguajes compartidos, ya frecuentados a menudo por el cine experimental de la segunda mitad del siglo XX, cuyo legado es recogido y homenajeado por la artista cineasta en su investigación plástica que esta vez es digital. Wohlgemeynte, A Singing Comet o Tximist, contienen esta clase de intercambios perceptivos, ya sea traduciendo datos de un cometa a patrones abstractos de color, generando una lectura sonora ininteligible a partir de la imagen glitcheada de un texto o convirtiendo la luz de una tormenta en su propio sonido. Por otro lado, el programa está también constituido por piezas en las que la abstracción digital es sustituida por una abstracción emocional y poética de las formas cotidianas. El movimiento de la cámara, de los pies, de la luz entre los árboles o una sombra en la pared, se convierten en ideas, envueltas en el trance rítmico del encuadre y el sonido. Komorebi, Streetwalker, 25,000 Years to Trap a Shadow 001 o Formicidae, son ejemplos en los que el paisaje se diluye en formas escurridizas, destellos, sombras y brumas, transformándose en un lugar emborronado por el movimiento y la cadencia de los rayos del sol o de los pasos, donde caminar se convierte en algo político e hipnótico, caminar de insectos y personas, sombras otra vez, bailando en la pantalla. Además, el foco a Blanca Rego muestra aún otra faceta de la obra de la artista, buscando sugestionar al ojo, al cuerpo en general, generar una experiencia física y psicodélica para llegar a las profundidades del ver, o tal vez a la superficie, a una reacción metamórfica ante la luz, ante la imagen despojada de toda información comprensible, de todo esfuerzo narrativo. Es este el caso de piezas como You Blinked, RGB Colour Model o Silence is Golden but Chaos is still Broken.
En definitiva, el foco que INTERSECCIÓN dedica al trabajo de Blanca Rego constituye una experiencia magnética, reflexiva, física, un sueño de colores estridentes, de pasos, de noche y de estrellas, un sueño del cine y su lenguaje, cuyo potencial plástico continúa inagotable.